martes, 21 de septiembre de 2010
La Ibiza de Pinocho.
Ahora que ha empezado el jodido Otoño, me acuerdo de la maravillosa Pitiusa Ibiza. Isla plagada de un árbol que su olor me recuerda a la niñez. Los que más o menos conocen mi niñez saben que me refiero a los fines de semana pasados en "Can Barangó" con unos primos inseparables a los cuales ya ni veo, y eso no es culpa del Otoño. Poquísimos aromas como el del Pino me traen esos imborrables recuerdos.
Isla en la cual el tiempo se triplica. Lo había oído. Lo he vivido. No hay necesidad de obsesionarse en querer hacer, el secreto es abrir los brazos, dejarse llevar por la brisa que la limpia y por tu instinto, para descubrir sin prisas que es mucho más de lo que cuentan sus flyers, los catálogos de agencias de viajes o esa gente con ganas de juergas interminables. Hay otros, como en mi caso, que pese a haber estado en muchas otras ocasiones tienen que llegar a la cuarentena para darse cuenta de que esta maravilla Mediterránea ni es tan Hippie ni tan cool como cuentan. Es un poco de todos los que la visitan esporádicamente, un tanto de los que la apuran temporada tras temporada hasta la extenuación y un mucho de los que la habitan incondicionalmente todo el año.
Eso me hace recordar a cierta gente auténtica que he conocido no hace mucho y que ama esa isla como el que más sin hacer ningún alarde de ello. Gente que se cabrea como una mona al ver montar un McDonalds y quién sabe si también de ver un Ikea. Y a una de ellas en especial quiero dedicarle esto, alguien que posiblemente se preguntaría que hago yo escribiendo sobre él que tan poco lo conozco. Por eso y porque tengo la rara habilidad para "clichar" a las personas, ese tipo con cara de pícaro bondadoso me cae tan de puta madre. No hay más porqués. Ahora lo está pasando mal pero sabe que tiene nuestro incondicional apoyo y por supuesto la protección de Tanit.
Acompáñate de quien necesites para que todo sea perfecto y lo será. Y así ha sido para mi después de tantos años. Aunque a nosotros nos faltaran nuestras medias naranjas.
Hay que repetir pues. Ibiza es única.
Carlos.
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