sábado, 3 de marzo de 2018

Madá

Fue un 24 de diciembre del 89. Serían las seis o las siete de la tarde. El día de los tan denostados zapatos y un día antes de entrar a formar parte de esta familia.

Mi primer contacto con la casa y ella me sonrió, se sabía guapa, porque en Nochebuena siempre se ha puesto sus mejores galas para recibirlos a todos. Y esa tarde yo también me sentí bien recibido. Pero no más que cualquiera que la haya pisado por primera vez, porque ella nunca ha hecho distinción, ni de clases, ni de sexos, ni de colores. Siempre tan acogedora y justa.

No hace falta que explique que la hace tan especial, todos lo sabéis de sobra.


Hoy va a cambiar de manos. No conozco a los próximos afortunados que van a disfrutarla, pero he oído que son buena gente y que están muy ilusionados. Pues que sepan que esa casa tiene algo para darles que aún desconocen, y eso no se compra, porque no tiene precio.


Gracias por tanto Madá, 


domingo, 25 de septiembre de 2016

Un instante.

A veces hay momentos que haces algo y ese instante pasa sin quizás darle el valor real de su significado. 
Hoy mirando algunas fotos de ayer, fotos que por supuesto no he hecho yo, para variar, de repente veo una que me encoge y me emociona. Resulta que estoy haciendo algo instintivo sin darle más importancia en ese momento pero que hoy, el día después encuentro que para mí tiene un valor inmensurable.
Sin intención de sustituir a ese gran tipo que era Manolo, estoy haciendo seguramente lo que él hubiera hecho con su hijo, dicho sea de paso un fiel reflejo de su padre. Aunque no hablaré de sus cualidades y de algún defectillo porque quedaron bien claras en boca de la que mejor sabe expresar esas cosas, Sonia.

Pues eso amigo Lolo, espero haber estado a la altura. Que sepas que yo también lo eché de menos, de hecho, estaba allí con nosotros porque tú eres en realidad como él.

Buen trabajo Manolito, buen trabajo.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Cigarras


Cuando las escucho de nuevo pienso: "he vuelto" y suspiro aliviado.
Cada año vuelvo, volvemos. La espera es larga, demasiado tiempo para mi gusto y quizás por eso el reencuentro es más deseado. Necesitamos de ella, de la energía de Es Vedrá, de sus aglomeraciones y de su tranquilidad, de sus excesos y defectos, de su opulencia y sobriedad, de playa o montaña, de pijos, hippies o fiesteros, tú elige, a diferencia de las otras islas aquí puedes elegir que es tan generosa te lo va a dar sin rechistar.
Pero hay algo que te envuelve y no te suelta en todo el tiempo que estás aquí, incluso aunque llegue a parecer imperceptible ahí está siempre, el sonido de las Cigarras.

Para mí Ibiza es como Mediterráneo de Serrat, jamás me canso de su melodía, con sus atardeceres rojos, sus recodos y sus caminos pero sobre todo el sonido de sus cigarras.
Gracias Tanit por tan maravilloso regalo.
¡Pura vida!

lunes, 18 de enero de 2016

¿Y ahora qué?

Hace unos días una buena amiga me decía: Nos hemos convertido en esclavos del trabajo.

Tanto tiempo pensando cuánto me gustaría dar ese gran paso que nunca me atreví a dar y mira por donde el gran paso se ha convertido en un empujón al vacío sin red de seguridad.

Aquí estoy, ante la oportunidad de mi vida, quizás la última para decidir que es lo que quiero hacer a partir de hoy. Tantas veces lo pensé, pero con tan poca convicción que ahora estoy en blanco y pensando. Porque para eso dispongo ahora de bastante tiempo. Me digo a mi mismo "tiempo Carlos, tiempo", no te precipites, agudiza el ingenio, ese que tienes hivernando desde hace al menos  treinta años.

Suerte que la tengo a ella, siempre optimista y soñadora, Sonia.

Lo voy a intentar... ¡qué cojones!, ¡lo voy a hacer!

C.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Insomnio

No puedo dormir aunque lo intento.
 
Llevo todo el día huyendo de la curiosidad de ver las imágenes de las que todo el mundo habla hoy. Sí, las del pequeño niño en esa orilla de una playa en Turquía. Imaginaba que serían duras. Joder si lo son, desgarran el corazón más duro.

Por suerte o por desgracia nadie elige donde nace, pero sí debería poder elegir donde morir. Y estoy seguro que ese pequeño nunca hubiera elegido esa manera tan indigna de abandonar este mundo.

Aquí, de madrugada ya, desde mi cómodo piso céntrico, de mi ciudad sin problemas, de mi confortable país y con una ligera brisa que hiela mi alma, suenan las campanas, esas que escuchas cada cuarto, cada media, cada tres cuartos y cada hora cuando tienes insomnio. Hoy suenan a muerte. Por la de ese chiquillo.



domingo, 1 de junio de 2014

Memoria.

Mi memoria no alcanza a recordar cuarenta años atrás. Aunque me esfuerce, no consigo acordarme de nada de un lugar al que vine un par de veces de niño.
A veces me pregunto por qué mis padres no nos trajeron más a menudo a sus lugares de nacimiento. Siempre lo he visto como un reniego que no acababa de entender del todo. Ahora empiezo a comprender. No puedo evitar estremecerme al oír las historias que me cuenta mi madre sobre el pasado de mis abuelos y ahora entiendo muchas cosas. Nunca nos hemos preocupado mucho de conocer la historia de nuestras raíces, en parte quizás porque nos han querido proteger de lo que les toco sufrir a ellos y sobre todo, a sus padres, muy en concreto a mis abuelas Gabriela y Matea.
Para ellas va este escrito, para personas que sacrificaron sus vidas por sus hijos, que lucharon contra lo establecido en un tiempo en que lo más fácil hubiera sido abandonar y que dando una lección de coraje sin parangón puedieron salir adelante. 

Un millón de gracias. Esto no quedará en el olvido.

C.

domingo, 26 de enero de 2014

Reyes Magos



Ese día me dejé el móvil en casa, cosas del destino. Supongo que provocado por mi cada día menor interés en las redes sociales y de mi incomprensible afán de llegar cada noche a casa con el teléfono al ochenta por ciento de carga.
Bueno, que me salgo del guión. Los Reyes Magos, más magos que nunca. Y pensar que hay gente que ya no cree en ellos, joder, sólo tiene una explicación, amargados! 
Esa noche fue diferente a la de otros años, en el plus conciertazo de Madonna y en la uno, documental de un concierto de Michael Jackson, o sea que eran las dos y todavía en vela. Pero aún así, había algo que me hacía sentir diferente esa noche, algo que se escabullía de entre los dedos, intangible pero perceptivo, estaba feliz. Ese día habíamos repetido el protocolo familiar habitual de la tarde previa a la noche mágica, con una pequeña diferencia, estábamos todos, no faltaba nadie, ni el Francés, ni la Suiza, la ocasión no era para menos. Después de unas Navidades juntos, como íbamos a estropearlo fallando el día de Reyes.

Fue un día más, nada especial en un martes de enero. Hasta las ocho de la tarde, momento en el que me acordé de los Reyes Magos, y de esa noche de unas semanas atrás. De repente todo tenía sentido, como si las piezas de un puzzle imaginario hubieran encajado mágicamente, Maddonna, Michael, música, Rocío... claro, todo tenía sentido, magia. 
Y Marian, quién mejor para darme la solución que ella. El destino había querido que con la primera persona de la familia que hablaba ese día fuese ella. Más magia. 

Sólo una cosita más, una vez estuviste a punto de matarme por un precipicio esquiando cuando eras muy jovencita y no teniendo bastante lo intentas una segunda vez de un disgusto, sólo te pido que por favor no sigas intentándolo, que uno ya no está para esos trotes.